Señor, Jesús,
Tú viviste en una familia feliz, haz de cada uno de nuestros hogares
una morada de tu presencia, un lugar cálido y dichoso.
Venga la tranquilidad a todos sus miembros, la serenidad a nuestros nervios,
el control a nuestras lenguas, la salud a nuestros cuerpos.
Que los hijos sean y se sientan amados
y se alejen de ellos para siempre la ingratitud y el egoísmo.
Extiende, Señor, un toldo de amor para cobijar y refrescar,
calentar y madurar a todos los hijos de nuestras casas
y a los de todas las casas del mundo.
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